MANUEL FERRER

Blog personal de Manuel Ferrer Muñoz


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Quito, ciudad sin ley

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Cuando faltan ya escasas jornadas para la celebración de las elecciones municipales, los candidatos a la Alcaldía de Quito proponen diversas medidas para mejorar la vialidad de la ciudad: túneles, vías elevadas, intercambiadores…

Lo cierto es que el tráfico en Quito presenta tantos inconvenientes que cualquier recorrido que se haga por su espacio urbano (¿la selva urbana?), utilizando cualquier medio de transporte, entraña un riesgo que, en algunos casos, roza lo temerario.

Por ejemplo: ¿quién ha pensado alguna vez en los minusválidos en sillas de ruedas o en los papás y mamás que, ingenuos ellos, sacan a pasear a sus hijos en carritos, sin considerar antes los huecos abismales de las aceras, el lamentable estado del firme de muchos tramos, los elevadísimos e inasequibles bordillos, los cruces imposibles de tantos semáforos?

Los semáforos no están concebidos para los peatones, que en raras ocasiones logran visionar el anuncio de que pueden avanzar o de que se prohíbe cruzar. Además, muchas veces los semáforos dan vía libre simultáneamente a peatones y a carros que acceden desde una vía lateral. Éstos nunca ceden el paso, como es su obligación, y amenazan la vida de los pobres peatones que se creían a salvo, protegidos por un mentiroso color verde (esperanza tal vez en un más allá que los carros, generosos, ponen al alcance de la mano). El espectáculo de caza al peatón en cada cruce gestionado por un semáforo roza lo sádico.

Pero, ¡cuidado si usted sale en bicicleta! En el caso de que utilice las vías por donde circulan los carros, escuchará los insultos de quienes consideran que usted no debería ir por ellas, mientras que otros conductores pondrán en peligro su vida sin la menor consideración, una, otra, repetidas veces, en tanto que los autobuses se encargarán de procurar su asfixia con los humos de sus escapes.

Si el pobre ciclista, amante de la propia vida, usa las aceras, padecerá el escarnio de los peatones que lo increparán y le darán lecciones gratis de civismo.

Tampoco está a salvo el ciclista en los carriles expresamente destinados para uso de las bicicletas,  casi siempre invadidos por grupos de personas a pie que cortan el paso o que se arrojan al paso del ciclista para provocar su caída, porque no miran hacia adelante, porque van atentos al celular y enajenados del resto de la humanidad, o simplemente porque desprecian al pobre ciudadano que, rarito él, va sobre dos ruedas.

En efecto, muchos peatones marchan con la vista baja, ignorantes de su alrededor, gesticulando en cómicas conversaciones mantenidas por celular que les hacen perder la medida del espacio y provocan frecuentes y molestos tropezones.

Los días de lluvia, el espectáculo es dantesco. Los carros utilizan los charcos para bañar a los peatones. Los taxistas ignoran las llamadas de los potenciales clientes. Los peatones tratan de sortear lagos y océanos que les obligan a peligrosos rodeos.

Hablemos de los taxistas. Algunos usan taxímetros -¡qué civilizados!-, pero muchos no los tienen instalados, sin que nadie se escandalice ni los sancione. Unos y otros aceptan a los pasajeros que les caen en gracia, sin que se conozca bien el criterio de selección. Si usted es feíllo o no simpatiza a los taxistas, está perdido: mejor será que ni siquiera lo intente, pues gastará tiempo y paciencia. Si busca el taxi, con la tonta pretensión de que le ayude con la carga del mercado, abandone toda esperanza. Y, si algún taxista se apiada de usted, no vaya a creer que le ayudará a subir los bultos al auto, ya sea usted anciano, señora de buen ver, cojo o lisiado, o cargue un bebé. El taxista no se inmutará: es su problema.

¿Y qué decir de los autobuses que parecen moverse a reacción, a juzgar por las nubes de espeso humo negro que despiden? ¿Es ese modélico transporte público un ejemplo que exportar y del que presumir en el extranjero?

Por favor, señores candidatos a la Alcaldía de Quito: caminen por la ciudad, atrévanse a realizar pequeños trayectos en bicicleta (las cuestas limitarán su audacia), súbanse a un carrito de inválido, empujen un carrito de bebé, y convendrán conmigo en que me he quedado corto en esta descripción de calamidades.  La cotidianidad urbana de Quito supera la ficción.

Las grandes reformas y la implantación de nuevas estructuras viales son necesarias. Pero no desatiendan las pequeñas cosas de cada día. Eduquen a los quiteños para que respeten su ciudad y aprendan a caminar por sus calles, enséñenles a ser considerados con los demás viandantes. Díganles que levanten la mirada y contemplen los hermosos cerros que nos rodean, las caras de las personas que se cruzan en su camino, el verde de nuestros parques. Recomiéndenles que usen los celulares con moderación. Y, sobre todo, salgan ustedes a pasear, caminen, no les importe que sus zapatos se llenen de polvo, aterricen en la realidad y dejen de hablar del sexo de los ángeles.

Les dejo en manos de los candidatos a la Alcaldía de Quito. Dios los ilumine:

http://www.ecuavisa.com/articulo/noticias/nacional/51724-propuestas-vialidad-alcaldia-quito